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...POR IMPERATIVO FILIAL... (microrelato)



Tecleó correctamente su identificativo pero el terminal pareció no reconocerle:

 <Nombre de usuario o contraseña no válidos. Inténtelo de nuevo>

No le sorprendió que los parámetros biométricos no hubieran funcionado. Esta técnica había empezado a caer en desuso a raíz de la proliferación de delitos de sangre relacionados; siempre es preferible que le secuestren a uno su identidad que a su propia persona.

Extraño. Eran su id y password habituales; sabía perfectamente que no es seguro utilizar siempre las mismas credenciales pero consideraba que no tenía grandes secretos ni grandes sumas que proteger. Además, contaba con el mecanismo de defensa de las ovejas: si viene el lobo, no puede comérselas a todas... También sabía que esto ya no es así: los actuales ciberlobos sí disponen de medios para atacar a millones de ovejas en pocos segundos y muchos de ellos están más que dispuestos a matar a todo el rebaño por simple diversión; aún así se sentía protegido por su propia pequeñez, como una microgota en la inmensidad de la nube.

Cuando, tras el tercer reintento, el sistema quedó temporalmente bloqueado decidió retirarse unos pasos y esperar. Pensó que podía tratarse de una caída de la red o un fallo en el servidor, pero desechó la idea al ver cómo otro usuario operaba sin problemas.

Empezó a preocuparse cuando al intentar realizar la misma gestión desde su smart éste tampoco le dio paso y ni siquiera mostraba sus contenidos personales.

En casa intentó despejar la preocupaciones frente al el televisor pero no pudo captar ningún canal de suscripción. Intentó comunicar su problema a sus escasas amistades, pero tampoco consiguió loguearse en redes sociales y no conocía físicamente a ninguno de sus vecinos. A esas alturas, ya ni siguiera se sorprendió al no verse reflejado en el espejo: hacía tiempo que había sustituido el analógico por una pantacámara perfectamente capaz de eliminar contenidos no deseados.

En ese momento lo comprendió: sencillamente, había muerto.

Y así era:

- "Es casi como si los estuviésemos matando..." - El técnico supervisor de su borrado  era considerablemente mayor que su jefe; quizá por ello conservaba un atisbo de conciencia que llegaba a rozar el nivel de remordimiento, aunque muy levemente, después de todo, el mecanismo era autónomo, pseudoaleatorio  y casi completamente desasistido. - "De hecho la mayoría acaba suicidándose o abandonándose de tal modo que apenas sobreviven unas semanas. No concibo que la red no pueda sustentar más usuarios y tengamos que liberar espacio."

- "No lo ha entendido: No es que los recursos computacionales hayan colapsado, es sólo que al igual que los bienes materiales, no pueden suministrase gratuitamente; no sin provocar malestar económico entre clases.  Una vez alcanzados el techo de endeudamiento y la insignificancia social, el borrado selectivo es la única opción lógica."

-"Sí lo entiendo. Estamos aplicando la eutanasia digital."

El otro sonrió con la condescendencia propia de quien se dirige a un anciano incapaz de comprender el presente.

-" No, hombre... suavice el concepto... y no se sienta culpable, no se trata de eutanasia:  a todos los efectos estas personas nunca han existido. Más bien estamos practicando abortos retroactivos."

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